martes, 19 de noviembre de 2019

Joyas Quemadas: Los incendios que han destruido patrimonio cultural.

Joyas Quemadas

Por: Carlos A. Medina Rivera

En el pasado de El Salvador existen situaciones que han supuesto la pérdida de patrimonio cultural que va desde el arquitectónico al documental , o incluso el pictórico o el de la imaginería acumulado desde tiempos de la Colonia a los tiempos recientes.

Posiblemente la pérdida de patrimonio más significativa para la república haya sido el poco recordado incendio del 19 de noviembre de 1889 que tuvo como víctima al primer Palacio Nacional.

A más de un siglo desde ese hecho, vale recordar aunque sea de forma ligera la importancia que tuvo ese edificio en el desarrollo histórico del país.

La tradición sostiene que fue el general Gerardo Barrios el que concibió la idea de un edificio que sirviera de sede al gobierno de la nación, que hasta entonces hacia 1860, había operado físicamente en la sede del Palacio Municipal de San Salvador, al costado sur de la Plaza Libertad o Plaza de Armas de San Salvador, como se le conoció en la época colonial.

Barrios había lanzado durante su gobierno interesantes reformas que estaban cimentando el Estado salvadoreño y un nuevo edificio parecía propicio para esta etapa de desarrollo  administrativo que vivía el país. Desafortunadamente las tensiones y conflicto armado con Guatemala serían el punto álgido en los primeros años de la década de 1860 y el proyecto tuvo que comenzar hasta la pacificación del país después de ese conflicto.

Se sabe que el proyecto inició en 1866 y fue inaugurado hacia 1870, el presidente de ese entonces, Francisco Dueñas solo pudo gobernar un año desde el nuevo palacio Nacional pues fue depuesto por una revolución comandada por el Mariscal Santiago González en 1871.

Nótese que la palabra nacional se escribió con N mayúscula pues efectivamente ese era el sentido de ese edificio ubicado en lo que fueron casuchas frente a la plaza de Santo Domingo, un edificio que representara a la nación precisamente en la época de la formación del estado nacional. (1840-1871)

El edificio albergó físicamente siete presidencias, desde los últimos años de Francisco Dueñas (1863-1871) hasta Francisco Menéndez (1885-1890) pasando por  la segunda presidencia individual más larga de toda la historia salvadoreña, los nueve años de Rafael Zaldívar (1876-1885) hasta las presidencias semanales de Fernando Figueroa y don José Rosales en 1885.

Precisamente es en la presidencia de Francisco Menéndez cuando se da el incendio en la madrugada del 19 de noviembre de 1889. Un incendio que comenzó en el costado poniente del edificio hecho en su segunda planta de madera y lámina y de paredes de concreto en la primera planta.
Consumido en aproximadamente tres horas, el edificio perdió casi totalmente su infraestructura, quedando solo las paredes del primer nivel. Lo mas importante, se perdieron los archivos del país, el patrimonio documental de la joven república salvadoreña se quemó de casi de forma total. Ahí desaparecieron buena parte de los archivos coloniales del gobierno colonial de San Salvador, los archivos ministeriales, legislativos, y del poder judicial. Lo rescatado esa misma noche por el entonces director de archivos y del cual hay una carta que atestigua su labor de rescate esa misma madrugada se conoce con el nombre de Fondo Quemados y se guarda en el Archivo General de la Nación de la República de El Salvador.

El Fondo Quemado es como su nombre lo indica, papeles quemados en sus bordes de expedientes nacionales de diversas oficinas que tenían su sede en el primer Palacio Nacional y sirve de testimonio del funcionamiento del Estado salvadoreño en el siglo XIX.

Lo lamentable de la pérdida del fondo Colonial es que la historia documentada salvadoreña en manos del Estado salvadoreño es muy poca, debiéndose apoyar en los documentos coloniales que resguarda el Archivo General de Centroamérica en Guatemala, los Archivos de la Iglesia Católica o el Archivo de Indias de Sevilla, España. Se sabe que la Alcaldía de Sonsonate resguarda aún documentos coloniales y algunas otras alcaldías también los tienen, muchos de ellos de finales del siglo XVIII o principios del XIX.

¿Qué pasó entre 1890 y 1910 con los restos del Primer Palacio Nacional?

El país siete meses después vivió otra revolución militar de las tantas que sucedieron o han sucedido en la historia salvadoreña. Carlos Ezeta, hombre de confianza de Francisco Menéndez se levantó en armas en junio de 1890 e inició una dictadura de cuatro años hasta 1894. En la década de 1890 el espacio se convirtió en cuartel, denominándose popularmente el Cuartel Quemado hasta que se inició la construcción del segundo y actual Palacio Nacional hacia 1903. Oficialmente se inauguró el 1 de marzo de 1911, al inicio de la presidencia de Manuel Enrique Araujo, quien fuera vicepresidente de Fernando Figueroa entre 1907 y 1911.

He aquí una lista incompleta de otras Joyas Quemadas:

En un país proclive a terremotos e incendios, sobre todo hablando de estos últimos, vale la pena recordar otros edificios que se han perdido por el fuego en El Salvador.

*Teatro Nacional: Destruido por el incendio del 18 de febrero de 1910.

*Palacio Municipal (ubicado al sur de la actual Plaza Libertad): destruido por el incendio del 24 de febrero de 1919.

*Catedral de San Salvador: destruida por el incendio del 7 de agosto de 1951.

*Edificio de la Universidad de El Salvador (predio ubicado al norte del Palacio Nacional): destruido por un incendio el 9 de noviembre de 1955

*Cuartel de Infantería de San Salvador (hoy Mercado Ex-Cuartel): 12 de abril de 1956

*Mercado Central Nacional (actual predio Hula - Hula): quemado en el año 1961.

*Mercado Emporium; Construido en 1925 y destruido por un incendio en el año de 1974.

*Iglesia de San Esteban: destruida por un incendio el 7 de enero de 2013.

Vale la pena mencionar que aún sobreviven en San Salvador algunos edificios de principios del siglo XX tales como el Hospital Rosales, la Iglesia de San Francisco, la Basílica del Sagrado Corazón o la más tardía Iglesia El Calvario; y que aún siendo los tres primeros hechos de madera y lámina han resistido el paso e inclemencias del tiempo y la indiferencia cultural.

También no se puede dejar de mencionar que es necesario que el Estado salvadoreño le ponga más atención a la protección del patrimonio documental pues no se puede dejar al azar tal protección al resguardo de edificios en precarias condiciones o edificios patrimoniales como el Palacio Nacional, que aunque hermoso no es un edificio para archivos, por lo que urge una ley y su respectivo reglamento que regule con criterios técnicos el manejo de los papeles históricos nacionales, empezando por la construcción de un edificio moderno exclusivamente para tal fin.

De igual manera no debe confundirse la función del Instituto de Acceso a la Información Pública con la función de un Archivo General.

¿Por qué? Pues porque un archivo general y sobre todo uno nacional muestran el funcionamiento administrativo del Estado de un país y sus gobiernos, con transparencia en su acceso y honestidad a la ciudadanía. También porque junto con museos y bibliotecas nacionales, los archivos guardan la memoria de la colectividad de seres humanos que hacen la nación; una memoria que no debe ser parchada ni condicionada por los caprichos de los gobernantes.

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