Las Fuentes de la Historia en El Salvador.
Escrito por: Carlos A. Medina Rivera
Nuestra historia, entendida esta de un modo
simple como el recuento del pasado nacional, ha estado marcada o mas bien hecha
de pasajes y personajes históricos que han dominado por años , incluso décadas el
curso de los acontecimientos en nuestro país.
Algunos
de estos personajes son primordiales en la historia, han marcado momentos
trascendentales de la vida nacional, son personajes de culto en el país e
incluso, sus hazañas son de obligatorio conocimiento en las aulas escolares.
Otros
en cambio, no han resistido el paso del tiempo, quedaron relegados a una
coyuntura, a alguna publicación, a veces desde el Estado mismo, pero no
obstante algunos esfuerzos, han sido esporádicos personajes o episodios de
corta recordación en los hechos nacionales.
En
este blog que iniciamos hoy, pretendemos recordar a aquellos hombres y mujeres,
pasajes de la vida nacional y hechos del pasado que hayan marcado o no
influencia en la existencia de la nación salvadoreña y de la región
centroamericana, ¿y porque no? latinoamericana.
Pero
surge la pregunta: ¿de donde entonces surgen las fuentes que alimentan la
historia salvadoreña?
Normalmente,
en el estudio de la historia; entendida esta como una ciencia que investiga el
pasado humano desde el advenimiento de la escritura hasta el presente, se
recurre a escritos que ayudan a reconstruir el pasado nacional. Estos escritos,
o fuentes, pueden ser primarias; si son hechos por un personaje de su puño y
letra o de secundarias si son recuentos publicados por otros autores acerca de
ese hecho histórico o personaje particular. También se consideran Fuentes
primarias los documentos que generan los Estados en el ejercicio diario de la
administración gubernamental y que constituye un buen porcentaje de los grupos
de fondos que existen en los archivos nacionales. La importancia de los archivos nacionales es que demuestran el funcionamiento del Estado en épocas pasadas. El Salvador tiene un Archivo General de la Nación, mientras que otros países tienen Archivos Nacionales.
Por
ejemplo, las cartas escritas de puño y letra por el Capitán General Gerardo
Barrios constituyen una fuente invaluable de primera mano para conocer el
periodo liberal-conservador de la historia salvadoreña.
Por otro lado, una biografía del Capitán General Gerardo Barrios hecha en el siglo
XXI por un investigador, si bien se sustentará en fuentes primarias sin duda
alguna, por no provenir de puño y letra del personaje en cuestión, será
considerada una fuente secundaria.
Ahora
bien, las fuentes como tales son estudiadas por la ciencia auxiliar de la
historia llamada Historiografía. O sea, el estudio científico de las fuentes de
la historia o de lo que se ha escrito sobre la historia.
En
la historia universal se cuenta con magníficos ejemplos historiográficos como
la “Historia” de Herodoto o “La Guerra
de las Galias” del emperador Julio Cesar. La “Historia” es probablemente el
primer texto histórico escrito en prosa, son nueve tomos que narran las guerras
entre Grecia y Persia de la Antigüedad (siglo V a C.)
Valgan
estos ejemplos como muestra de Fuentes historiográficas del pasado universal de
la Humanidad.
¿Y
en El Salvador?
Debemos
reconocer primero que en la época precolombina y colonial no existía la
república de El Salvador, lo que existía entonces era, primero, un territorio o
país habitado por etnias nahuas, lencas y pokomames (básicamente) y,segundo, un
territorio perteneciente a la Corona española administrado en lo que se conoció
como el Reino de Guatemala.
El
nombre San Salvador se hizo extensivo al actual territorio nacional de El
Salvador, ya que este país (geográficamente hablando) fue dividido en dos
regiones, Alcaldía Mayor de San Salvador y Alcaldía Mayor de San Miguel,
hacienda notar que Sonsonate tuvo rango de Alcaldía Mayor pero jurídicamente
pertenecía a Guatemala. Con el paso del tiempo, el pueblo de Santa Ana la
Grande se anexó a la Alcaldía Mayor de Sonsonate con lo que la regionalización
del país en tres territorios tomó su forma definitiva que se conoce
actualmente. Es de hacer notar que durante el siglo XVI territorios como
Ocotepeque y Choluteca pertenecieron a San Salvador. Mientras que Ahuachapan y
Sonsonate pertenecieron a Guatemala.
Para
la historiografía colonial, hay tres documentos que son de mucha importancia en
la vida del país y la región.
Uno,
la “Recordación Florida”, de Antonio Fuentes y Guzmán (1690), dos, la
“Descripción Geográfico Moral del Reino de Goathemala” (1769-1774) y tres , el
Censo de la Provincia de San Salvador de 1808, bajo la responsabilidad del
Intendente Ulloa.
En
el primer caso, Fuentes y Guzmán, escritor español nacido en Guatemala en 1643,
narra desde una perspectiva histórica la conquista de Guatemala, aunque
haciendo en algunas ocasiones uso del lenguaje poético como cuando bautiza su
tierra como “el país de la eterna primavera”. Menciona lugares hoy salvadoreños
como Sonsonate y glorifica la flora de su tierra pero cayendo en el prejuicio
de comparar lo guatemalteco con lo español, en detrimento del primero.
En
el segundo caso, el Obispo de Guatemala Pedro Cortés y Larraz hace una visita
pastoral durante aproximadamente cinco años a territorios de lo que hoy se
conoce (inapropiadamente) como el Triangulo Norte de Centroamérica; narrando el
estado “moral” o sea social de las ciudades visitadas por él que componen el
territorio antes mencionado. Ambas obras merecen un artículo aparte, por lo que
ahora serán objeto solo de mención muy elemental.
El
tercer caso, el Censo de 1808, del Intendente Antonio Gutierrez y Ulloa es uno
de los últimos censos de población del periodo colonial, es un estudio
demográfico y económico de la provincia de San Salvador a tres años del primer
grito de Independencia y a trece de la declaración del 15 de septiembre de
1821. La población censada para la provincial de San Salvador ronda los 180000
habitantes de las razas conocidas en el mundo colonial.
Ejemplos
historiográficos del siglo XIX.
Mencionaremos
dos.
“Viaje
por Guatemala y Centroamérica” (1824) del embajador holandés ante la República
Federal de Centroamérica, el diplomático Jacobo Haefkens, narra una trayectoria
desde ciudad de Guatemala hasta el caribe nicaragüense, pasando por El Salvador
y narrando, muy a su estilo, la vida en los primeros años de la Centroamérica
independiente, muy cercana a las Guerras Federales (1826) que serían el primer
paso hacia la desafortunada desintegración en cinco pequeñas repúblicas de la
República Federal de Centroamérica.
Las
Crónicas de Viajeros, no es una obra en sí, sino relatos aislados de visitantes
extranjeros como George Squier, Frederick Chatfield, el mismo Jacobo Haefkens o
incluso artículos publicados en periodicos extranjeros como el New York Times
(“A trip in Salvador”, 1882) muestran una interesante descripción de las
tierras centroamericanas, si bien hay que leerlos con algún grado de mesura
pues a veces pueden mostrarse inexactos o prejuiciados en sus concepciones
sobre esta parte del mundo.
En
el Siglo XX.
Un
aporte grande que dan las ciencias sociales en el siglo XX es el análisis
basado en métodos científicos para la descripción del pasado de las sociedades
centroamericanas. El primer ejemplo podrá parecer decimonónico en su enfoque
pero es ya del siglo XX.
El
Libro Azul de El Salvador. (1916) Muy a tono con el liberalismo comercial
imperante por Centroamérica a principios del siglo XX y con el Canal de Panamá
recién puesto en operación (1914), surgen los “Libros Azules”. Esta es una obra
del tipo comercial y propagandístico impresa en Nueva Orleans, Estados Unidos
de América por Latin American Publicity Bureau y recopilada por L. A, Ward que
narra diversos aspectos economicos, históricos y sociales de El Salvador hacia
1916, se dice que el intelectual David J. Guzmán (entre otros) colaboró en la
redacción de varios artículos de la obra, misma que tiene la particularidad de
venir bastante ilustrada con fotografías de calidad para la época y es
bilingüe, con columnas de texto tanto en inglés como en español. Hay otros
Libros Azules de la época, tales como el Libro Azul de Guatemala (1915),
primera obra a colores impresa sobre aquel país, y el Libro Azul de Costa Rica
(1916)
“El
Salvador, 1932” por Thomas Andersson. Una investigación científica clásica
acerca de los hechos que llevaron a la Matanza y de la Matanza en sí, narra los
años previos a la insurrección, el estado político de El Salvador, los eventos
de enero de 1932 y cómo el régimen militar gobernó, hasta 1969 pues la obra fue
publicada en inglés originalmente por la Universidad de Nebraska en 1971.Valga
decir que la Matanza y el conflicto armado de 1980-1992 son los temas mas
estudiados sobre El Salvador en las facultades de Estudios Latinoamericanos en
los Estados Unidos de América. Su primera edición en español apareció en 1976.
“El
Salvador. La Tierra y el Hombre”. Un estudio básicamente agrario sobre El
Salvador publicado en 1971 en idioma ingles por Oxford University Press (“El
Salvador. Landscape and Society), en español se publicó por la Dirección de
Publicaciones del Ministerio de Educación en 1975. Su autor es Richard
Browning, en el prefacio a la edición en castellano dice Browning: “El objeto
de mi estudio fue investigar y comprender la historia de la propiedad, usos y
asentamiento de la tierra”.
Las
Fuentes historiográficas a inicios del siglo XXI.
Merece
decirse que a partir del año 1992 ha habido un renacer de los estudios
históricos en El Salvador, se abre la carrera de Historia en la Universidad de
El Salvador, instituciones como el Archivo General de la Nación y la Academia
Salvadoreña de la Historia se vuelven dinámicas y muy competentes en el manejo
de fondos documentales y de difusión de la historia salvadoreña, además es
notorio el papel jugado por una nueva generación de historiadores formados en
Historia (valga la redundancia) en la investigación, enseñanza y publicación de
investigaciones propias acerca del pasado salvadoreño. Profesionales como
Eugenia Lopez, Carlos Gregorio López Bernal, Pedro Escalante Arce, Xiomara
Avendaño Rojas, Antonio Acosta y Mario Vasquez Olivera, entre otros que me
disculpo la omisión de antemano, han aportado cada uno desde su campo de
especialización investigaciones muy valiosas para la nación salvadoreña.
Para terminar esta entrega, valga decir que el
recién creado Instituto de Acceso a la Información Pública debe, junto con el
Archivo General de la Nación, tener un papel principal en el cuido y disponibilidad
de la documentación generada por el Estado salvadoreño en cualquier nivel de la
administración pública pues no solo es el funcionamiento per se del Estado y
Gobierno el que debe quedar expuesto al presente sino pensar también en que las
futuras generaciones tienen derecho a conocer su pasado.
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